Hellboy

Hoy, me percaté de que en casa veían Hellboy. Naturalmente suscito la nostalgia. Cuando era niño, mi fascinación por Hellboy era opulenta, por alguna razón todo en ella me encantaba. Y no es para menos, del Toro es un maestro a la hora de retratar a sus monstruos etéreos y bien diseñados. Estaba enamorado de Selma Blair como Liz Sherman. Aunque supongo que por alguna extraña razón a todos en algún punto de nuestras vidas nos atrajeron las góticas. No es mi caso, no era solo el que fuera gótica.

Miro con una nostalgia azul pálida a las películas de mi infancia. En cierto sentido preferiría no rememorarlas, pero no siempre es evitable. Como sea, al toparme con dichas películas no provoca en mí pensamientos concretos, sino que me coloca en un estado de ánimo hipoactivo, cabizbajo, lúgubre.

Leo, a la vez aunque entre pausas, un artículo sobre influencers y un libro que registra una discusión de críticos cinematográficos acerca del papel del crítico y la situación de la crítica en la actualidad. Son lecturas interesantes, pero me pierdo entre un mar de información respecto a la tecnología, siempre voy “10" pasos atrás, supongo que en algún momento tendré que acostumbrarme, leo sobre cine por solaz.

Aprendo Inglés, por gusto un 30 porciento del tiempo, por imposición el resto. Normalmente, solo me dedico a aprender lo que recibo al ver programas de televisión, películas, de la música que escucho o de ciertos artículos, pero, además, es un requisito obligatorio en mi universidad.

También, desplego -aunque con un desarrollo raquítico- unos cuantos proyectos en internet, algunos ya han muerto, otros permanecen, mientras que hubo los que acaban de nacer, fruto de una hiperactividad creativa que debo aprender a contener, pero no temeré en matarlos en pro de una mayor eficacia y un terreno mucho más acotado donde trabajar.

También está la universidad y mi vida diaria. Todo esto es una vorágine incontrolable que me esfuerzo por organizar, a la vez que lucho por contenerme a mí mismo.

Como sea, para lograr seguir adelante y organizar, planear y llevar a cabo de mejor manera mis proyectos y, básicamente, cualquier otra empresa que deseé emprender en mis días sucedáneos, 1) he de conocerme mejor a mí mismo, de entender y aceptar mi historia y de aceptarme a mí mismo; 2) recuperar la motivación que he perdido, pero esta debe ser una motivación radical, profunda y que no esté arraigada hacia elementos superfluos o a carencias personales; 3) aprender a mirar el tiempo de una forma conveniente, para mí y para mi desarrollo: frases como “el mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años, el segundo mejor momento es ahora” o “si no realizas lo que quieres hacer hoy por tu edad, aludiendo a que si comienzas apenas hoy, para cuando “finalices” o avances de manera significativa en dicha empresa, ya tendrás una edad aún más avanzada, es decir, que si te toma, por ejemplo 4 años realizar una carrera universitaria, para cuando la termines serás 4 años más viejo de lo viejo que ya te considerabas en un principio. Pero, si no lo efectúas, dentro del mismo ejemplo, después de ese mismo periodo de tiempo, igual serás 4 años más viejos, pero no tendrás una carrera.

Yo soy el hellboy, nunca fui un tipo convencional. Y, aunque no me guste, he de aceptar mi condición y trabajar con base en eso, esto incluso podría generar que disfrute aún más de las cosas que hago. Pues dejaré de fingir y de intentar ser algo que no soy. Mi motivación es el acto mismo y el mundo y sociedad en el que lo hago. Y, el tiempo es algo ridículo por lo que obsesionarse, se trata de hacer y ejecutar; si lo estás haciendo, concéntrate en reflexionar y mejorar esa misma ejecución, no en el tiempo que te toma o te tomará, de lo contrario pasaras más tiempo pensando en si lo que haces es lo correcto más que tiempo haciendo cosas que te demostrarían si lo es o no.