Buenas noticias

Es raro recibir buenas noticias. Hace mucho que no recibía una. No paro de pensar en ello y de releer los mensajes, es algo revitalizante, a la vez que agotador. Me embriago de emociones.

No sé que decir, no sé que creer. ¿Se supone que tengo que hacerlo? No he llegado a nada con eso, nunca llego a nada con eso.

Recientemente, estoy enganchado a una nueva serie. No mencionaré su nombre, porque no viene al tema, pero es una cómica. Advierto que, de nuevo, utilizo series para evadirme del momento, tengo miedo, estoy exhausto y no sé qué hacer.

Llevo un largo tiempo solo, llevaba un buen rato sin buenas noticias. Escribir ya no basta para expresar lo que siento, llega un tiempo en que escribir sobre una cierta acción se agota y es necesario pasar a la acción en sí. No claudicar, no acobardarse, no llorar. Aceptar las cosas como son. ¡Diablos!, quisiera poder llorar, sin embargo, ¿Por dónde empezar? Hay tanto, que sencillamente no puedo decidirme por una, la bruma me lo impide, funge como el nudo en un globo con helio.

Esta buena noticia presenta una aventura, no tengo idea de en qué degenerará, anteriormente estas “aventuras” no acabaron en algo bueno, eran proclives a empeorar con la intrusión de las personas a mi individualidad. Supongo que Sartre tenía razón cuando afirmó: “el infierno son los otros”. Espero que este infierno sea de los más agradables en los que haya estado.